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lunes, 29 de octubre de 2012

Capitulo 15



Arrancó notando como se armaba de valor y condujo hasta el Stratocaster, donde, varios metros antes había un hueco para aparcar el flamante Honda Accord de su amigo.
Al entrar, volvió a sentir como resurgían los nervios. El sitio era relativamente pequeño, ya que el escenario ocupaba un espacio considerable. A pesar de ser pequeño, el estilo era acogedor, no muy moderno, con luces chillonas ni focos; el techo se sujetaba con vigas de madera, a modo de buhardilla, un la barra estab revestida de madera igualmente, recordando al más clásico rock de los setenta u ochenta. Era un lugar con un encanto que solo entendidos de la música podrían apreciar.
Se acercó a la barra y preguntó por Diana. Al parecer estaba en el baño.
Tendría unos segundos para concienciarse, adecentarse y practicar su sonrisa más bonita, por si acaso Diana había dejado de lado a las chicas y ahora prefería la compañía masculina.
Había poca gente en el bar, puesto que un jueves no había mucha gente de fiesta.

Diana: ¡Tom, eres tu! - El chico se giró sobre si mismo, para encontrarse, bueno, lo que esperaba encontrarse, a Diana. Alta, delgada, plana donde las haya, ojos grandes, y labios pintados de rojo... como su pelo.- Que alegría que hayas venido.- Se saludaron con un par de besos y ella no dejaba de mirarle de arriba a abajo.- Mírate, que tio más grande, que guapo te has puesto, que de todo jjajajajaj
Tom: Em... Tu también estás muy guapa...- Dijo como pudo, cohibido por la soltura de la chica ante tal situación.
Diana: Bueno, bueno, has venido a pedirme empleo, asique ven, vamos a proceder con la entrevista.- Se sentó en un taburete de la barra y ofreció a Tom sentarse en otro.- ¿Que bebes? Invito yo.
Tom: ¿B.. beber...? Eh... yo... Una cocacola.
Diana: ¿Que?¿Y eso?
Tom: Tengo que volver conduciendo...- Dijo reprimiendo sus ganas por tomarse algo más caro, por una vez que le invitaban...
Diana: Ah.... Bueno, pues, ¡Dan ponme dos cocacolas!
Tom: Gracias.- Respondió cuando pudo darle un sorbo a su vaso.

Diana no dejaba de mirarle fijamente. El pelo, la cara, los ojos, las manos. Tom comenzaba a ponerse nervioso. Quizás la chica jamás habia sido lesbiana y  estaba admirandolo como haría cualquier mujer normal. O quizás, estaba haciendose...

Diana: Cuentáme, qué tal está tu hermano.

Esa pregunta. La chica bebió alegremente, sin saber dónde acababa de meter las narices. A Tom se le ensombreció el rostro y buscó la respuesta más coherente, concisa y explicativa, para no desembocar en una conversación sobre el tema. Ahora no podía darle largas y colgarle el teléfono.

Tom: Murió hace casi ocho meses.- Diana se atragantó con su propia bebida, pero no llamó la atención de Tom ni mucho menos.
Diana: ¿Q...qué?.- No iba a repetirse.- Madre mia, lo siento, siento haberte preguntado yo... Dios mio, no tenía ni idea Tom...- La chica puso su mano sobre la de Tom, queriendo reconfortarle.- Lo siento mucho.
Tom: No pasa nada...
Diana: ¿Y... Cómo lo llevas...?
Tom: Lo llevo.- Nadie sabía como romper con aquel gélido ambiente sin cargarse además un vaso o dos.- Perdona que lo diga así, pero he venido a lo de la entrevista, tengo prisa... Tengo que ir  recoger a mi perro de casa de un amigo y...
Diana: Claro, claro, por su puesto.- Respondió ella bajandose de su taburete y metiendose en la barra. Abrió un cajón de debajo de la caja registradora y sacó una carpetita que le tendió.- Veamos, me tienes que rellenar esto y traérmelo... Si te soy sincera no hemos tenido más aspirantes al puesto en un par de meses, por lo que seguramente el puesto será tuyo.- Esa afirmación sacó a Tom de su embotellamiento.-  Claro que, tendrás que hacernos una demostración de qué tal tocas. Aunque si no recuerdo mal, en las fiestas de fin de curso del instituto se te daba de miedo.
Tom: Tengo que volver a practicar un poco...- Reconoció.
Diana: Pues el... Lunes, sobre esta hora, que estamos cerrados, vienes, te traes la guitarra, unas cuantas canciones para deleitarnos y los papeles rellenos ¿ok?
Tom: Deacuerdo.- Se terminó su cocacola, la cual le supo más dulce que nunca.- Entonces nos vemos el lunes a las nueve y media aqui.
Diana: De seguro.

Ambos se sonrieron y tras una pausa incomoda, decidieron despedirse con dos besos. Tom cogió los papeles y salió del bar para subirse al coche y arrancar, evitando pensar en Bill. Se concentró extremadamente en conducir, hasta llegar a casa de Gustav. Eran las diez y cinco. Contempló el piso de Gustav, pero no se decidía a entrar. Quizás sería buena idea que Denis se quedara allí a dormir esa noche, no quería contagiarla de la tristeza de la que él había enfermado aquella noche. Dejó el coche aparcado y metió las llaves en el buzón de Gustav. Caminó a paso lento, mientras se fumaba un cigarrillo hasta su casa. Subió y decidió tirarse en el sofá a fumarse el siguiente. Todavía le quedaban seis cigarros de los veinte que le quedaban hacia tres o cuatro días, estaba racionándolos bien.

Comenzó a recordar.
Recordar puede ser algo muy agradable. En ese caso lo era. Miró al techo fijamente, y se sumió en lo más profundo de su memoria. Cuando conocieron a Denis, aquella nochebuena. Bill le dijo que era una amiga que había venido desde Bremen y había tenido problemas con encontrar un hotel. Que mentira más gorda. Tomó a Bill por un loco, inmaduro.
Fue más atrás. Cuando Bill conoció a Miranda. Eso ya le hizo sonreir. Que tía más estúpida. Qué habría sido de ella, se preguntaba. Él era tan elegante y sofisticado que atraía a lo más exquisito de las fiestas. Parecían una pareja de famosos cuando salían juntos. Sin embargo no conseguía recordar las caras de las chicas con las que él había estado. Se le hacían difusas y solo le venían los nombres a la cabeza. Sohphie, Ina, Rebeca, Anabella... La chica con la que perdió la virginidad se llamaba Amara. Como la ginecóloga de Denis. Eso le hizo sonreir, menudas tonterias pensaba. Tras darle una calada a su cigarro, recordó cuando empezó a fumar, de joven, a los dieciséis o diecisiete años. Bill y él estaban con unos amigos y una chica les pasó un cigarro que ellos rechazaron. Y la chica les rechazó a ellos. Luego, en su casa encerrados en el balcón, probaron a encenderse uno y tras varios intentos consiguieron acostumbrarse a la sensación del alquitrán. Menuda idiotez fue, empezar a fumar para impresionar a una chica. Claro que luego, la impresionaron y consiguieron intercambiar más que una calada. Aun así no recordaba su nombre, pero si que era muy guapa y que a ambos les gustaba.
Recordó las fiestas. Las innumerables fiestas de sus veinte. Si no habia dos cada findesemana no había menos, bebían, se reían muchisimo y conocían gente a montones. Gente agradable y gente desagradable, claro está.

De pronto el teléfono comenzó a sonar, sacandolo de su mundo de recuerdos felices y agradables. Maldijo todo lo que podía maldecir de camino al telefono.

[b]Conversación telefónica[/b]

Gustav: Hey tio, ¿donde estás?
Tom: Estoy en... mi casa...
Gustav: ¿No vienes a por Denis?
Tom: No, esta noche no... Quédatela tu, iré a por ella mañana por la mañana... ¿Cómo está?¿Ha cenado?
Gustav: Ella está estupenda, cenamos hace un ratillo... ¿Estás bien, pasó algo?
Tom: Si, estoy bien es solo que...
Gustav: ¿No te dieron el trabajo?
Tom: El trabajo prácticamente me lo dieron, es... Es otra cosa.
Gustav: No te entiendo Tom...
Tom: Ya te lo explicaré mañana... Ahora... Me voy a dormir.
Gustav: Como quieras... Buenas noches.

[b]Fin de la conversación telefónica[/b]


Tom desconectó el teléfono y volvió a tirarse al sofá, intentando no comparar sus maravillosos recuerdos con la deprimente actualidad. Pero no pudo evitarlo, le era imposible no llegar a la conclusión de que, los viejos tiempos nunca volverán.

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