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lunes, 29 de octubre de 2012

Capitulo 13



El silencio reinaba desde hacia por lo menos veinte minutos. Desde que Andreas dijo de preparar la cena para los dos. Esa noche Denis se quedaría a cenar en casa de Andreas. Y si Tom seguía sin responder al telefono movil, quizás tambien se quedara a dormir.
Ella seguia sentada en el sofá mirado fijamente a la pantalla vacía del televisor. No hacía más que repetirse lo idiota que habia sido. El corazón le latía a mil cada vez que pensaba en la cara enfurecida de Tom mirandola fijamente desde el sofá de su derecha. Aun sin haber pronunciado una palabra, había conseguido sacarlo de quicio. Por un momento temió perderlo. ¿y si a partir de ese momento él se distanciaba de ella?¿Y si dejaba de ser amable, de hacerla sonreir... De empujarla...? Fue una sensación momentanea surgida de una idea remota y absurda, pero fue suficiente para que le comenzaran a escocer los ojos.

Andreas: Denis... Denis cielo, la comida está casi lista... Sientate en la mesa anda...- Dijo con un tono timido en la voz.

Tardó en reaccionar. No quería dar más problemas, pero tampoco quería cenar. No tenía hambre. Una pequeña agitación en su viente le recordó que no le hacía falta tener hambre para comer. Se sentó junto a la esquina de la mesa, mientras Andreas colocaba delante suya, cubiertos, vasos y pan. Para ella todo pasaba desapercibido pues solo podía pensar en él. ¿Estaría bien?¿En casa quizás? Esa idea la relajaba un poco más. Pero automaticamente imaginaba que no volvería. Que cogería sus cosas y se volvería a vivir con sus padres y se olvidaría de ella.
No, él no era así. No la abandonaría.  No abandonaría lo único que quedaba de su hermano.

Andreas: No te preocupes Denis... Todo va a salir bien. Seguramente habrá ido a casa...- Colocó un plato de sopa delante de ella, que le olió a gloria.- ... Se habrá dado una ducha fría y se estará tomando una cena ligerita mientras reflexiona y se arrepiente por lo que ha hecho. Es idiota, ¿no lo sabes a estas alturas?

Denis sonrió timidamente pensando en que era verdad que a veces Tom era muy cabezota. Pero sabía que aquella vez, la culpable había sido ella.
Andreas se sentó a su lado y comenzó a comer, incitándola a ella a hacer lo mismo. La sopa caliente le templó un poco los nervios y se la terminó casi deseando que no se terminara pues por lo menos asi tenía la cabeza ocupada en algo que no fuera Tom.

Andreas: Si Tom no contesta... Sabes de sobra que te puedes quedar aqui a dormir, no es ninguna molestia, tu lo sabes.

Denis negó mientras masticaba la ensalada. Andreas ignoró su respuesta pues, nunca solía responder y no esperaba que lo hiciera.
Ella quería irse a casa. Buscar a Tom, saber que estaba bien y que la perdonaba. La inquietud le cerraba poco a poco el estomago. A la hora de tomarse el postre, ella lo rechazó y aprovechó que Andreas se levantaba a retirar los platos para levantarse, cojer su rebeca y salir por la puerta lo más rapido y sutilmente que pudo. Tomó el ascensor y hasta que no se cerraron las puertas no se dió cuenta de que el corazón le latía muy rápido. Debía relajarse. Tom estaría en casa. A las malas, en casa de Gustav. Y en las peores... No quería pensar en las peores.

Salió a la calle y caminó calle abajo, intentando no plantearse las diferentes situaciones que podían acontecer a continuación. Su casa no estaba muy lejos de la de Andreas, unas manzanas que ella recorrería con los ojos cerrados. Pero no le hacía falta cerrar los ojos, era de noche y las calles estaban llenas de gente. Una temperatura agradable, llamaba a la calle, pero no podía pararse a disfrutarlo, ella tenía calor, andaba lo más rápido que sus pies y su barrigón le permitian.
Pasados unos sofocantes minutos, consiguió llegar a su portal y agarrandose a los barrotes, cogió aire como no lo habia hecho en un buen rato. Las luces se encendieron de pronto. Eso significaba que alguien acababa de entrar. Buscó las llaves en sus bolsillos pero no las halló, pues Tom nunca le había dado las llaves del piso, ya que siempre iba él acompañandola y no hacían falta.
Aporreó la puerta esperando llamar la atención de quien fuera que hubiera entrado.
Y asi lo hizo pues, un timbre rasgado dió luz verde a Denis y esta abrió la puerta para que entrara y encontrara que no se trataba de otro si no de su vecino de arriba. La miró con cara de susto y sin mediar palabra el señor comenzó a subir las escaleras.
Su corazón se descongestionó y comenzó a subir ella tambien las escaleras para llegar a la puerta y bloquearse ahí.
Llamó al timbre por si Tom estaba dentro, pero nadie le respondía, ni le abría ni nada. Sintió miedo. Si no estaba en casa, ¿donde estaría? Todavía eran las diez de la noche, podría llegarse a casa de Gustav a ver si estaba allí, pero la idea de bajar los escalones la confinó a esperar depié.

...

Tom: Me voy.
Gustav: ¿Que?
Tom: O me das otra cerveza... o me voy.- Intentó tragar saliva, pero apenas le quedaba, se la había llevado toda la cerveza.
Gustav: Has acabado con las reservas de la casa, las que me quedan estan calientes y no creo que las quieras...
Tom: ¿Y no tienes nada... de nada?
Gustav: ¿Vino? - Tom sonrió.
Tom: Hace mucho tiempo que no tomo vino...
Gustav: Lo sacaré si me cuentas  qué es eso que te trae de cabeza. Lo de Denis...
Tom: ¿Con quien te crees que estás hablando...?¿Acaso crees que puedes sobornarme con alcohol...? Trae la botella y dependiendo de cómo esté... Te contaré lo que crea que deba contarte.

Gustav sonrió. Le divertia mangonear a Tom, aunque en el fondo sabía que no debía dejarle beber más, si éste quería volver a casa andando. En el peor de los casos lo acercaría en coche.
Tom sacó de su cajetilla otro cigarrillo, sabiendo que de los veinte  había gastado ocho. Pero no era una ocasión para ser ahorrativo. Sonrió y se lo llevó a los labios para terminar encenciendolo y aspirando amargamente.
Gustav volvió con la botella y un par de copas en las que sirvió generosas cantidades de vino para ambos. Su amigo agarró la copa y bebió para catarlo.

Gustav: ¿Y bien? - Tom observó la copa y a continuación desvió la vista al suelo. Suspiró y dió una calada a su cigarro. Vino y tabaco no eran una sabrosa combinación.
Tom: Creo que... Me he enamorado de Denis.- Gustav aguantó la risa, pero no pudo esconder su sonrisa de satisfacción.- ¿Eso es legal...? No en serio...- Soltó la copa y apretó el cigarrillo entre sus dedos.- Por que... Es la novia de mi hermano muerto, ¿no hay una ley contra la relación entre cuñados...? - Finalmente Gustav soltó una risotada.- ¡No te rias subnormal!
Gustav: ¿Cómo va a haber una ley contra eso animal? - Rió. Tom bebió de nuevo de su copa, queriendo ahogar la vergüenza que le daban sus conclusiones.
Tom: Yo que se... Me siento... Mal. Me siento mal. La estoy cuidando. Como si yo fuera el médico y ella la paciente. No está bien, no puedo continuar y tengo que parar pero no se cómo... No puedo ignorarla, me necesita, necesita que la cuide yo no puedo separame de ella como otra chica cualquiera.
Gustav: Calma tio calma...
Tom: Y yo la necesito a ella... ¿Sabes la de veces que creí que me había dado un infarto, sólo de no verla donde yo esperaba encontrarla? Es decir, la dejo en el sofá, me voy, vuelvo no está y PUM parada cardiaca. O algo asi... más o menos...
Gustav: Siento decirte que lo tuyo es un enamoramiento algo convenido... No me malinterpretes, no es a ti a quien conviene ni digo que seas un interesado, pero... inconscientemente... no la quieres a ella, quieres a alguien como ella... Maldita sea, no se explicartelo... Ni tu entendertelo.
Tom: ¿Pero que insinúas?
Gustav: La quieres por que es frágil. Te has enamorado no de ella, si no de su... fragilidad. Como tu dices la necesitas, pero realmente, lo que necesitas es cuidar de alguien, necesitas que alguien dependa de tí, por que es lo que da sentido a tu día a día...
Tom: No me gusta esa conclusión tuya. Me hace parecer un puto enfermo mental.
Gustav: de ningun modo enfermo Tom... Es tu forma de sobrellevar la muerte de Bill.- Tuvo que decir su nombre y apellidos. La paciencia de Tom comenzaba a agotarse. Puede que Gustav tuviera razón pero él no quería escucharle... Estaba desacreditando sus sentimientos por completo. Analizandolos y descomponiendolos como hacía con las piezas de un puzzle.- Es comprensible. Estás ligado a ella por un compromiso que tu subconsciente ha transformado en amor... Pero es mera necesidad lo tuyo.
Tom: Callate.- Ordenó. Terminó su copa de vino y se levantó de la silla con violencia, poniendo dirección a la puerta de la calle. Gustav se lo impidió agarrandole el brazo.
Gustav: Eh, no te cabrees... Lo siento, no debí ser tan bruto... A veces me pongo demasiado objetivo...- Tom apartó la vista y se deshizo de su mano.- Dejame que te lleve a tu casa. Tardarás menos.

Tom no aceptó, pero tampoco denegó la propuesta. No le apetecía andar y animaba su orgullo pensando que asi se aprovechaba de él. En cinco minutos Tom puso los pies frente a su portal y con un portazo se despidió de su amigo.

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